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Mostrando entradas de julio, 2022

Juguete Sangriento, en honor a Elías Baptista

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     E lías Baptista fue uno de los primeros en arribar al Taller de Narrativa Antonia Palacios en la Universidad de Carabobo. Yo llegué un poco después y enseguida entablamos una honesta amistad. Era de alma un tanto ermitaña, como la mía, y además compartíamos algunos gustos e ideas. Le gustaban las sagas, como las de Tolkien o Rowling, entre tantas otras menos sonadas, la literatura medieval y fantástica, aunque también leía realismo e incluso ensayos. Leía de todo, la verdad, y en demasía. Elías no era para nada ambicioso en cuanto a sus intenciones como escritor. Una vez le pregunté por qué estudiaba Educación mención Literatura en la UC y me respondió que su deseo más grande era que la gente en general se interesara en la literatura. Era noble y gentil. Recuerdo las ferias del libro, como la FILUC. Al menos por tres años iba con él y Danibia; ellos -sobre todo Elías- gastaban hasta el último centavo en libros: eso les daba un brillo especial a sus ojos. Yo no compraba tantos libr

Pasión, Cristina Peri Rossi

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Cristina Peri Rossi  ( Montevideo ,  Uruguay ,  12 de noviembre  de  1941 ) es una  escritora ,  traductora  y  activista política   uruguaya  exiliada en  España  durante la dictadura uruguaya en 1972 y residente en  Barcelona , donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera literaria. ​ En el año 2021 fue galardonada con el Premio Cervantes. Salimos del amor como de una catástrofe aérea Habíamos perdido la ropa los papeles a mí me faltaba un diente y a ti la noción del tiempo ¿Era un año largo como un siglo o un siglo corto como un día? Por los muebles por la casa despojos rotos: vasos fotos libros deshojados Éramos los sobrevivientes de un derrumbe de un volcán de las aguas arrebatadas Y nos despedimos con la vaga sensación de haber sobrevivido aunque no sabíamos para qué.

Afuera hay sol... Alejandra Pizarnik

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  Afuera hay sol. No es más que un sol Pero los hombres lo miran y después cantan. Yo no sé del sol. Yo sé la melodía del ángel y el sermón caliente del último viento. Sé gritar hasta el alba cuando la muerte se posa desnuda en mi sombra. Yo lloro debajo de mi nombre. Yo agito pañuelos en la noche y sedientos de realidad bailan conmigo Yo oculto clavos para escarnecer a mis sueños enfermos. Afuera hay sol. Yo me visto de cenizas.

Soy la que soy... Wislawa Szymborska

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Soy la que soy. Casualidad inconcebible como todas las casualidades. Otros antepasados podrían haber sido los míos y yo habría abandonado otro nido, o me habría arrastrado cubierta de escamas de debajo de algún árbol. En el vestuario de la naturaleza hay muchos trajes. Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte. Cada uno, como hecho a la medida, se lleva dócilmente hasta que se hace tiras. Yo tampoco he elegido, pero no me quejo. Pude haber sido alguien mucho menos individuo. Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre, partícula del paisaje sacudida por el viento. Alguien mucho menos feliz, criado para un abrigo de pieles o para una mesa navideña, algo que se mueve bajo un cristal de microscopio. Árbol clavado en la tierra, al que se aproxima un incendio. Hierba arrollada por el correr de incomprensibles sucesos. Un tipo de mala estrella que para algunos brilla. ¿Y si despertara miedo en la gente, o sólo asco, o sólo compasión? ¿Y si hubiera nacido no en la tribu d

En nombre del arte, Danibia Guadalupe Abreu

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V enezolana, Licenciada en Educación mención Preescolar; tiene una maestría en Lectura y Escritura y también un hijo que ama con locura. Es una lectora voraz y se las presento a todos como mi compañera cósmica. Hacia el año  2010 llegó al taller de narrativa de la Universidad de Carabobo, coordinado por el profesor Hector Espinoza, a quien todos los participantes (incluyéndome) estimamos con letra firme; allí se sintió en casa y estuvo hasta 2016.  Ahora Danibia pasa sus días entre escribir cuentos, novelas, libros de texto, dar clases en la Universidad de Carabobo y trabajar con niños. Ha publicado algunos libros de narrativa y educativos. Su propósito es que a los niños les guste leer. Por eso los inicia en la lectura de cuentos, los acompaña en la escritura en sus talleres de escritura creativa y tiene la satisfacción de ver cómo poco a poco se interesan en leer de forma voluntaria algún cuento de los que hay en su vasta biblioteca.           N ada escapaba a su mirada interesada. T

Tus ojos... Octavio Paz

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Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima, silencio que habla, tempestades sin viento, mar sin olas, pájaros presos, doradas fieras adormecidas, topacios impíos como la verdad, otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro de un árbol y son pájaros todas las hojas, playa que la mañana encuentra constelada de ojos, cesta de frutos de fuego, mentira que alimenta, espejos de este mundo, puertas del más allá, pulsación tranquila del mar a mediodía, absoluto que parpadea, páramo.

Las palabras...Octavio Paz

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  Dales la vuelta, cógelas del rabo (chillen, putas), azótalas, dales azúcar en la boca a las rejegas, ínflalas, globos, pínchalas, sórbeles sangre y tuétanos, sécalas, cápalas, písalas, gallo galante, tuérceles el gaznate, cocinero, desplúmalas, destrípalas, toro, buey, arrástralas, hazlas, poeta, haz que se traguen todas sus palabras.

Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874), Jorge Luis Borges

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I am looking for the face I had Before the world was made. Yeats: The Winding Stair           E l seis de febrero de 1829, los montoneros que, hostigados ya por Lavalle, marchaban desde el Sur para incorporarse a las divisiones de López, hicieron alto en una estancia cuyo nombre ignoraban, a tres o cuatro leguas del Pergamino; hacia el alba, uno de los hombres tuvo una pesadilla tenaz: en la penumbra del galpón, el confuso grito despertó a la mujer que dormía con él. Nadie sabe lo que soñó, pues al otro día, a las cuatro, los montoneros fueron desbaratados por la caballería de Suárez y la persecución duró nueve leguas, hasta los pajonales ya lóbregos, y el hombre pereció en una zanja, partido el cráneo por un sable de las guerras del Perú y del Brasil. La mujer se llamaba Isidora Cruz; el hijo que tuvo recibió el nombre de Tadeo Isidoro. Mi propósito no es repetir su historia. De los días y noches que la componen, solo me interesa una noche; del resto no referiré sino lo indispensable

La escritura del dios, Jorge Luis Borges

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          L a cárcel es profunda y de piedra; su forma, la de un hemisferio casi perfecto, si bien el piso (que también es de piedra) es algo menor que un círculo máximo, hecho que agrava de algún modo los sentimientos de opresión y de vastedad. Un muro medianero la corta; este, aunque altísimo, no toca la parte superior de la bóveda; de un lado estoy yo, Tzinacán, mago de la pirámide de Qaholom, que Pedro de Alvarado incendió; del otro hay un jaguar, que mide con secretos pasos iguales el tiempo y el espacio del cautiverio. A ras del suelo, una larga ventana con barrotes corta el muro central. En la hora sin sombra se abre una trampa en lo alto y un carcelero que han ido borrando los años maniobra una roldana de hierro, y nos baja en la punta de un cordel, cántaros con agua y trozos de carne. La luz entra en la bóveda; en ese instante puedo ver al jaguar. He perdido la cifra de los años que yazgo en la tiniebla; yo, que alguna vez era joven y podía caminar por esta prisión, no hago ot

Emma Zunz, Jorge Luis Borges

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          E l catorce de enero de 1922, Emma Zunz, al volver de la fábrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal, halló en el fondo del zaguán una carta, fechada en el Brasil, por la que supo que su padre había muerto. La engañaron, a primera vista, el sello y el sobre; luego, la inquietó la letra desconocida. Nueve diez líneas borroneadas querían colmar la hoja; Emma leyó que el señor Maier había ingerido por error una fuerte dosis de veronal y había fallecido el tres del corriente en el hospital de Bagé. Un compañero de pensión de su padre firmaba la noticia, un tal Fein o Fain, de Río Grande, que no podía saber que se dirigía a la hija del muerto. Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de malestar en el vientre y en las rodillas; luego de ciega culpa, de irrealidad, de frío, de temor; luego, quiso ya estar en el día siguiente. Acto continuo comprendió que esa voluntad era inútil porque la muerte de su padre era lo único que había sucedido en el mundo, y seguiría sucediendo sin

La trama, Jorge Luis Borges

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En la foto, Borges y María Kodama, su última compañía.          P ara que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de la estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama:   ¡Tú también, hijo mío!   Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito. Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas):  ¡Pero, che!  Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena. El hacedor , 1960

La muerte y la brújula, Jorge Luis Borges

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  A Mandie Molina Vedia                D e los muchos problemas que ejercitaron la temeraria perspicacia de Lönnrot, ninguno tan extraño —tan rigurosamente extraño, diremos— como la periódica serie de hechos de sangre que culminaron en la quinta de Triste-le-Roy, entre el interminable olor de los eucaliptos. Es verdad que Erik Lönnrot no logró impedir el último crimen, pero es indiscutible que lo previó. Tampoco adivinó la identidad del infausto asesino de Yarmolinsky, pero sí la secreta morfología de la malvada serie y la participación de Red Scharlach, cuyo segundo apodo es Scharlach el Dandy. Ese criminal (como tantos) había jurado por su honor la muerte de Lönnrot, pero este nunca se dejó intimidar. Lönnrot se creía un puro razonador, un Auguste Dupin, pero algo de aventurero había en él y hasta de tahur. El primer crimen ocurrió en el Hôtel du Nord, ese alto prisma que domina el estuario cuyas aguas tienen el color del desierto. A esa torre (que muy notoriamente reúne la aborrecid