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Pavana para una dama egipcia, Eugenio Montejo

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Yo sé que un día aquí sobre la tierra no estaré nunca más. Habré partido como los viejos árboles del bosque cuando los llama el viento. Y esto que escribo no me lo dicta apenas una idea pues ya se ha hecho sangre de mis venas.   También sin meditar suelen los árboles tener claro su fin. Como toda materia guarda memoria de su nada póstuma. No es preciso pensar para decirse –cada quien a sí mismo– adiós por dentro. Con ver las hojas en otoño basta; con ver la tierra allá a lo lejos, roja, flotando en el abismo, sin nosotros, se aprende casi todo...   Yo sé que un día con tus egipcios ojos me buscarás sin verme aquí en la tierra, y no estaré ya más. Y no es la mente quien me lo dice ahora,   sino tu cuerpo donde puedo leerlo; aquí en tus brazos, tus senos, tu perfume, porque lo eterno vive de lo efímero como en nosotros el dios que nos custodia con tanto enigma en su perfil de pájaro y su vuelo que siempre está a la puerta.

Juguete Sangriento, en honor a Elías Baptista

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     E lías Baptista fue uno de los primeros en arribar al Taller de Narrativa Antonia Palacios en la Universidad de Carabobo. Yo llegué un poco después y enseguida entablamos una honesta amistad. Era de alma un tanto ermitaña, como la mía, y además compartíamos algunos gustos e ideas. Le gustaban las sagas, como las de Tolkien o Rowling, entre tantas otras menos sonadas, la literatura medieval y fantástica, aunque también leía realismo e incluso ensayos. Leía de todo, la verdad, y en demasía. Elías no era para nada ambicioso en cuanto a sus intenciones como escritor. Una vez le pregunté por qué estudiaba Educación mención Literatura en la UC y me respondió que su deseo más grande era que la gente en general se interesara en la literatura. Era noble y gentil. Recuerdo las ferias del libro, como la FILUC. Al menos por tres años iba con él y Danibia; ellos -sobre todo Elías- gastaban hasta el último centavo en libros: eso les daba un brillo especial a sus ojos. Yo no compraba tantos libr

Pasión, Cristina Peri Rossi

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Cristina Peri Rossi  ( Montevideo ,  Uruguay ,  12 de noviembre  de  1941 ) es una  escritora ,  traductora  y  activista política   uruguaya  exiliada en  España  durante la dictadura uruguaya en 1972 y residente en  Barcelona , donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera literaria. ​ En el año 2021 fue galardonada con el Premio Cervantes. Salimos del amor como de una catástrofe aérea Habíamos perdido la ropa los papeles a mí me faltaba un diente y a ti la noción del tiempo ¿Era un año largo como un siglo o un siglo corto como un día? Por los muebles por la casa despojos rotos: vasos fotos libros deshojados Éramos los sobrevivientes de un derrumbe de un volcán de las aguas arrebatadas Y nos despedimos con la vaga sensación de haber sobrevivido aunque no sabíamos para qué.

Afuera hay sol... Alejandra Pizarnik

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  Afuera hay sol. No es más que un sol Pero los hombres lo miran y después cantan. Yo no sé del sol. Yo sé la melodía del ángel y el sermón caliente del último viento. Sé gritar hasta el alba cuando la muerte se posa desnuda en mi sombra. Yo lloro debajo de mi nombre. Yo agito pañuelos en la noche y sedientos de realidad bailan conmigo Yo oculto clavos para escarnecer a mis sueños enfermos. Afuera hay sol. Yo me visto de cenizas.

Soy la que soy... Wislawa Szymborska

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Soy la que soy. Casualidad inconcebible como todas las casualidades. Otros antepasados podrían haber sido los míos y yo habría abandonado otro nido, o me habría arrastrado cubierta de escamas de debajo de algún árbol. En el vestuario de la naturaleza hay muchos trajes. Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte. Cada uno, como hecho a la medida, se lleva dócilmente hasta que se hace tiras. Yo tampoco he elegido, pero no me quejo. Pude haber sido alguien mucho menos individuo. Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre, partícula del paisaje sacudida por el viento. Alguien mucho menos feliz, criado para un abrigo de pieles o para una mesa navideña, algo que se mueve bajo un cristal de microscopio. Árbol clavado en la tierra, al que se aproxima un incendio. Hierba arrollada por el correr de incomprensibles sucesos. Un tipo de mala estrella que para algunos brilla. ¿Y si despertara miedo en la gente, o sólo asco, o sólo compasión? ¿Y si hubiera nacido no en la tribu d

En nombre del arte, Danibia Guadalupe Abreu

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V enezolana, Licenciada en Educación mención Preescolar; tiene una maestría en Lectura y Escritura y también un hijo que ama con locura. Es una lectora voraz y se las presento a todos como mi compañera cósmica. Hacia el año  2010 llegó al taller de narrativa de la Universidad de Carabobo, coordinado por el profesor Hector Espinoza, a quien todos los participantes (incluyéndome) estimamos con letra firme; allí se sintió en casa y estuvo hasta 2016.  Ahora Danibia pasa sus días entre escribir cuentos, novelas, libros de texto, dar clases en la Universidad de Carabobo y trabajar con niños. Ha publicado algunos libros de narrativa y educativos. Su propósito es que a los niños les guste leer. Por eso los inicia en la lectura de cuentos, los acompaña en la escritura en sus talleres de escritura creativa y tiene la satisfacción de ver cómo poco a poco se interesan en leer de forma voluntaria algún cuento de los que hay en su vasta biblioteca.           N ada escapaba a su mirada interesada. T

Tus ojos... Octavio Paz

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Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima, silencio que habla, tempestades sin viento, mar sin olas, pájaros presos, doradas fieras adormecidas, topacios impíos como la verdad, otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro de un árbol y son pájaros todas las hojas, playa que la mañana encuentra constelada de ojos, cesta de frutos de fuego, mentira que alimenta, espejos de este mundo, puertas del más allá, pulsación tranquila del mar a mediodía, absoluto que parpadea, páramo.