Pavana para una dama egipcia, Eugenio Montejo


Yo sé que un día aquí sobre la tierra

no estaré nunca más. Habré partido

como los viejos árboles del bosque

cuando los llama el viento. Y esto que escribo

no me lo dicta apenas una idea

pues ya se ha hecho sangre de mis venas.

 

También sin meditar suelen los árboles

tener claro su fin. Como toda materia

guarda memoria de su nada póstuma.

No es preciso pensar para decirse

–cada quien a sí mismo– adiós por dentro.

Con ver las hojas en otoño basta;

con ver la tierra allá a lo lejos, roja,

flotando en el abismo, sin nosotros,

se aprende casi todo...

 

Yo sé que un día con tus egipcios ojos

me buscarás sin verme aquí en la tierra,

y no estaré ya más.

Y no es la mente quien me lo dice ahora,

 sino tu cuerpo donde puedo leerlo;

aquí en tus brazos, tus senos, tu perfume,

porque lo eterno vive de lo efímero

como en nosotros el dios que nos custodia

con tanto enigma en su perfil de pájaro

y su vuelo que siempre está a la puerta.


Comentarios

Entradas populares de este blog

SOBRE EL BLOG

Las palabras...Octavio Paz